Las palabras conmueven y animan, los ejemplos arrastran. La experiencia personal de la presencia de María en nuestras vidas y en la de los demás, nos alientan en el camino. ¡Cuántos momentos en los que hemos palpado su presencia en medio de nosotros! Merece la pena ser contados y que lo sepan todos. Personas de toda clase y condición, trabajadores, intelectuales, gente sencilla o culta. Todos somos hijos de tan buena madre y se hace notar. Ella se comunica e intercede. María no es ajena a nuestra realidad, a nuestro día a día. Ojalá sepamos leer entre líneas en cada una de estas entrevistas y comprendamos que, teniendo cerca a tan buena madre, no habrá que temer. «¡Oh! tú, quien quiera que seas, que te sientes lejos de tierra firme, arrastrado por las olas de este mundo, en medio de las borrascas y tempestades, si no quieres zozobrar, no quites los ojos de la luz de esta estrella, invoca a María» (San Bernardo, «Super missus», 2ª homilía, 17)