21 febrero, 2019

Mensaje de Fátima

El 13 de mayo de 1917, la virgen María se aparece en seis ocasiones en Fátima (Portugal), a tres pastorcitos: Lucía, Francisco y Jacinta. Desde aquel momento la historia de la humanidad ya no es igual. El mensaje de la virgen es de plena actualidad hoy. Toca la fibra sensible de las personas y los pueblos. Es realista y dinámico. Este hito clave e importante, ha polarizado muchas decisiones, entregas, orientaciones de la propia vida, de la vida de las comunidades, de los grupos dentro y fuera de la Iglesia, … Ha sido una apuesta providencial e intencionada del Señor para transmitir al mundo un mensaje de amor y misericordia. Quizá el secreto de que este mensaje sea efectivo en nuestras vidas y en la de los pueblos, está en la apertura de corazón. «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Si, Padre, así te ha parecido mejor…» (Mt 11, 25-30). En esta sección queremos presentar de forma sencilla, real y profunda, la historia de las apariciones de Fátima a los tres pastorcitos. Que disfrutes de su lectura y su meditación.  Ojalá sea un impulso a vivir con renovada ilusión nuestra fe.

En el corazón del siglo XX

9 de Mayo de 2017

En 1917, del 13 de mayo al 13 de octubre, en el campo junto al pueblo portugués de Fátima, la Virgen María se apareció seis veces a tres pastorcillos, Lucía, Francisco y Jacinta, presentándose con el rosario en la mano y al final calificándose como la Virgen del rosario. La Virgen bajó del cielo a hablar a los tres niños para hacer llegar un importante mensaje a toda la humanidad, al inicio de un siglo trágico.

Nota peculiar de las apariciones de Fátima es estar entre las más proféticas, porque predijeron las calamidades que se cernían sobre la humanidad. Las apariciones marianas son siempre una manifestación de la solicitud materna de la Virgen hacia nosotros; son un signo de su cercanía a nuestros problemas, a nuestros afanes y a nuestras dificultades; son un reclamo a ponernos en el camino del bien; y son también expresión del deseo de la Madre de Dios de socorrernos, mujeres y hombres, implicados aquí abajo en la lucha contra las fuerzas del mal, para ayudarnos a resistir a los peligros que amenazan la fe y la vida cristiana.

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La Iglesia considera las apariciones y las visiones como pertenecientes a la esfera privada, porque no añaden nada de esencial a lo que ya conocemos gracias a las revelación pública contenida en la sagrada Escritura y en las Tradiciones. Por esto la Iglesia no ha unido nunca la fe a estas manifestaciones, sino que se ha limitado a permitir oficialmente el culto y en algún caso, como este de Fátima, a animarlo y apoyarlo con gestos significativos, entre los cuales la peregrinación en el santuario portugués de ya cuatro Papas.

Las apariciones marianas son importantes, porque son una ayuda a descubrir mejor la voluntad de Dios respecto a nosotros y un llamamiento a amar a Dios y a vivir, en los varios momentos de la historia, la vida cristiana con coherencia, cumpliendo los diez mandamientos. El mensaje que nos viene de Fátima es por tanto de gran importancia espiritual. Unido al contexto histórico de nuestros tiempos, puede ser sintetizado en tres palabras: oración, penitencia, conversión del corazón. Es de hecho una exhortación a la oración como camino para la salvación de las almas; un reclamo a cambiar el estilo de vida; una llamada a reparar los pecados con la penitencia; una invitación a santificarse y a rezar por la conversión de los que están en el camino del pecado y del mal. La Virgen ha indicado la devoción a su corazón inmaculado como camino que conduce a Cristo y como refugio en la adversidad.

El contenido de estos llamamientos de la Virgen está profundamente enraizado en el Evangelio, por lo que se podría decir que Fátima es escuela de fe y de coherencia evangélica, donde la maestra es María. Nota característica de su mensaje es que se coloca en el centro de las preocupaciones y de los trágicos sucesos del siglo pasado, devastado por dos guerras mundiales, con víctimas y destrucciones innumerables, y de dos dictaduras: el nazismo, al cual se unió el fascismo; y el comunismo soviético, que duró setenta años. Sistemas ideológicos que fueron causa de inmensos sufrimientos para millones y millones de personas porque pisotearon los derechos humanos, persiguiendo a los cristianos e intentado quitar a Dios del corazón humano. La lucha contra Dios fue verdaderamente grande.

La Virgen en Fátima, adaptándose a la capacidad intelectual de los tres pastorcillos recurriendo a imágenes comprensibles para ellos, hizo referencia a las dos guerras mundiales: una que iba a terminar y otra que estallaría algunos años más tarde, aún más fuerte. Además, en una impresionante visión, cuyo contenido fue hecho público en el año 2000, hizo ver a los tres pastorcillos los daños sin límites que el régimen de la Unión Soviética, mediante la propagación del ateísmo y la persecución de la fe cristiana, harían a la humanidad, extendiendo sus errores en el mundo y haciendo pagar a muchos cristianos también con el sacrificio de la vida el apego a su fe.

Ahora, después de que por deseo de Juan Pablo II se hizo pública también la tercera parte del llamado secreto de Fátima, sabemos que en dicha visión estaba contenida también la previsión que la lucha contra Dios y contra la Iglesia llegaría al punto de querer matar al Papa. De hecho el 13 de mayo de 1981 — ¡un 13 de mayo! — fue el atentado contra el Pontífice. Pero, como declaró el mismo Juan Pablo II, la mano de la Virgen guió la trayectoria de la bala de forma que el Papa pudo sobrevivir. Esa bala está ahora colocada en la corona de la cabeza de la estatua de María en Fátima. Así, aplicando fielmente la petición de la Virgen, el 25 de marzo de 1984, el Pontífice consagró al mundo, y en particular Rusia, al corazón de María en unión con los obispos de todo el mundo. Y en lo que se refiere al llamado secreto parece superfluo revelar que todo ha sido publicado.

Los hechos a los que se refieren el secreto de Fátima tienen que ver con sucesos pertenecientes ya al pasado, pero su mensaje conserva su plena validez también para las mujeres y los hombres de nuestro tiempo, y es de gran actualidad e importancia para la época que estamos viviendo. Sus llamamientos están dirigidos también a nosotros, porque reproponen a la Iglesia y al mundo entero los valores eternos del Evangelio. El mensaje de Fátima orienta al corazón del Evangelio, nos indica el camino que lleva al cielo y quiere hacer crecer en el mundo la devoción a la Virgen, madre buena que nos conduce a Cristo, nuestro divino salvador, sosteniéndonos y animándonos a hacer la voluntad de Dios.

La luz que viene de Fátima es grande. Recordar esas apariciones ayuda a comprender mejor la presencia providencial de Dios en los eventos humanos y nos invita a mirar al futuro con esperanza, a pesar de las pruebas y las tragedias de nuestro tiempo, en la confianza de que no será el mal quien tenga la última palabra. La Virgen de hecho ha asegurado: «Al final mi corazón inmaculado triunfará». De Fátima nos viene también un mensaje de esperanza, de salvación y de paz, con un llamamiento a poner a Dios en el centro de nuestra vida.

De Giovanni Battista Re

Tomado de L´OSSERVATORE ROMANO 9 mayo 2017